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COLEGIACIÓN




En la Biblioteca Jurídica Virtual, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, está consultable un trabajo extraordinario, relativo a la colegiación. Desde el prólogo, José Luis Camarena Tinoco, desglosa con atingencia el contenido de los cuatro capítulos, que refieren a las necesarias… “certificaciones de conocimientos y aptitudes”, para “el correcto ejercicio de la profesión”.


Además, las vivencias propias, por una visita a otro país, permitieron advertir que son tres escenarios: la conclusión del plan de estudios, en la Universidad; la titulación, a consecuencia y -el aval-, que debe otorgar una firma de abogados, sin la cual no es posible ofrecer servicios al público. Para dimensionar esa colegiación, vayamos paso a paso:


Primero, podríamos comenzar por la orientación vocacional que, en la preparatoria, nos impartieron y al efecto pregunta, ¿nos ayudó en algo? En algunas instituciones, al acudir el alumno, para buscar un espacio, les practican un test, que revela su aptitud y posible desempeño y, de no ser el correcto, no lo admiten. Eso es -de suyo- serio y muy profesional.


Segundo, cómo están los planes y programas, de las más de dos mil quinientas instituciones que ‘forman’ abogados en México. Hoy vemos que, algunas, anuncian licenciaturas en DOS AÑOS; maestrías en 12 meses, a las que asisten una vez al mes; es decir, en doce sesiones adquieren una maestría. Si a eso le sumamos que, por ahí, ofrecen (previa módica cantidad), el otorgamiento de doctorados honoris causa…, vaya panorama.


Quizá se deba a la capacidad de aprendizaje…, porque…, quien esto escribe, cursó una licenciatura en 5 años y, al salir, aparecieron las confusiones. La maestría fue de dos años, cada fin de semana y permeaba el desconcierto.


Algunas de esas instituciones, que hoy contamos por cientos, propiedad de altos funcionarios; a quienes, en cuanto el arte de la política muestra su generosidad, invierten sus ‘ganancias’ y ‘abren’ escuelas. Total, tienen todos los caminos libres para hacerlo. De leyes, son las predilectas.


Quede claro, no pretendo denostar a ninguna institución. Todas tienen mi respeto. Por la docencia, trabajé en algunas muy modestas y, de ahí, hasta en un prestigiado instituto y, en todas, encontré a algún buen profesor; incluso, algunos extraordinarios. Ah, y los alumnos…, pensantes, inquietos, levantan la mano para participar. Cuestionables los planes y programas, y lo que generan.


Tercero, con adecuada orientación -o no-, una vez que el alumno acredita las asignaturas: Derecho civil, Derecho penal, Derecho mercantil y Teoría General del Proceso, sale a las calles, con ímpetu y deficiente preparación; aunque -en los lugares distantes- son los preferidos de los jueces. Les dicen como promover y lo que acordarán. El beneficio no siempre es para quienes ’asesoran’.


Cuarto, a ese complejo panorama, sumaremos otra vicisitud -muy marcada- en el fuero común: la actuación selectiva de algunos jueces; quienes, al recibir un asunto, primero ‘checan’ quién es el abogado…, y aparece la justicia del siglo diecinueve (hasta por aspectos de tipo políticos). Y, surgen las prevenciones, los apercibimientos, los autos y sentencias en contra. Con ello, las revocaciones y apelaciones a consecuencia, para hacer más denso el, de por sí, lacerante rezago en tribunales.


Todo el oscuro panorama, que -por ahora- solo enunciamos, en los cuatro puntos anteriores, en lo económico, a cuenta de quienes demandan justicia y con cargo a nuestra profesión… y el estigma nos persigue. En el día a día, la actuación -de los abogados- genera desconcierto. Cierto, corresponde a cada uno consolidar su prestigio. En el entorno social, cada día es más complejo.


De todo eso, hay un tácito y hasta complaciente silencio. Los gobernantes (de todos los colores), absortos en temas de política. En cuanto inicia su administración, piensan en el sucesor, para alargar su mandato, o para que no pierdan a sus partidos y, claro, en sus aspiraciones. En las diversas actividades, de las procuradurías / fiscalías, no hay presencia en las sedes y subsedes. Cuántos de los que están (y los que estuvieron), no conocen las diversas agencias del Ministerio Público, para ver cómo y, con qué, trabajan sus colaboradores y, lo más importante, la atención al público.


Cuanta falta hace que, en el interior de las entidades, una vez al mes, por lo menos, acudiera un Magistrado a exponer un tema a litigantes y público en general, para acercar la justicia a los justiciables. Si bien, ellos no pueden cambiar la ley, sí, advertir cómo la imparten los jueces, al margen de que, en el desahogo de los recursos, sus secretarios, de estudio y cuenta, lean los expedientes. Empero, todo lo quieren resolver desde las capitales, y, en el interior, reina el olvido.


Ah…, quien sí viaja, cada fin de semana (no por temas de justicia), es el señor presidente. Eso lo delega y, los de procuración, no los evalúa, por la muy cacaraqueda “autonomía”; que, por cierto -el subsecretario- de Seguridad y Protección Ciudadana -trastoca- (en las ‘mañaneras’), al referir a lo que hacen las procuradurías / fiscalías. Sin ser de su responsabilidad, alude a lo que ya pasó.


Bueno sería, que se ocupara de las estrategias, de la subsecretaría a su cargo, para prevenir lo que va a pasar y, con ello, acota a los grupos delictivos que, día a día, azotan a México. Qué buena chamba, recibir información, para exponerla en la “tele”, como tácito acto de campaña, camino a sus aspiraciones…, sí…, políticas.


El objeto, de la colegiación, expuso Camarena Tinoco, para “el correcto ejercicio de la profesión”; que (como sencillo ejemplo), en materia procesal – penal, va de la mano con la “Garantía de la defensa técnica”, que establece el artículo 121 del Código Nacional de Procedimientos Penales, por el que -el Juez-, al advertir que el defensor carece de capacidad -técnica-, previene al imputado, para que designe otro.


Qué temas: sistema penal acusatorio, garantía de la defensa técnica, prisión preventiva oficiosa, colegiación de abogados, etcétera. De todo ello, los gobernantes (salvo una o dos excepciones), son ajenos y hasta les da sarpullido; mejor, que ya empiece otra elección, que haya reuniones, eventos, mítines, aplausos, etcétera. La justicia…, qué flojera.

 
 
 

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Rodríguez Puebla esq. Francisco I. Madero (altos), Colonia Centro

Progreso de Obregón, Hidalgo.

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